domingo, 31 de octubre de 2010

Jean Rouch



Como sabemos Robert Flaherty es considerado padre del documental, pero no podemos dejar a un lado a Jean Rouch a quien podríamos considerar una gran figura dentro del documental etnográfico. De hecho, incluso se compara con aquél al aceptar la forma en que éste procura realizar sus documentales, con ayuda de los actores principales -si es que podemos llamarlos actores-, protagonistas de su propia historia. Rouch no sólo los toma en cuenta sino también se hace parte de la historia, sin aparecer en ella, pero llevándonos poco a poco al ritual fílmico-etnográfico a través del ojo de la cámara.

Jean Rouch pretende introducirnos a una cultura desconocida para el mundo de occidente: la cultura africana. Con distintos filmes nos hace parte de ésta y nos muestra, si bien con una mirada penetrante y accionaria, una cultura en pleno desarrollo evolutivo.


LES MAÎTRES FOUS. 1955.

Los amos locos es un filme donde Jean Rouch nos presenta una secta dentro de la ciudad de Accra llamados “Haukas”. Nos muestra uno de sus rituales, nos introduce a su secta, nos hace parte de ella a través de las tomas con cámara en mano que presentan a Rouch como pionero en esto.

Poco a poco van llegando todos a la ceremonia que toma curso el domingo por la tarde; como protocolo, al iniciarse se presentan a los nuevos integrantes, uno de ellos por azares del destino se inicia en ese momento, la confesión pública le sigue para dar paso a la posesión, donde los nuevos, los culpables y los presentes del ritual son poseídos poco a poco por los verdaderos Haukas, éstos representados por jerarquías de las tropas de colonizadores ingleses que hasta ese entonces permanecían en Niger hasta su independencia en 1960.

Al estar todos poseídos, el ritual principal se inicia: la purificación, animales sacrificados, -entre uno de ellos un perro, un animal que supuestamente no se puede comer-, la discusión después del sacrificio. En una mesa redonda llamada por el Capitán, se discute si el perro debe ser ingerido cocinado o crudo, y la resolución es comerlo cocinado. El gobernador, como figura principal, da el ejemplo de cómo cortar al perro y cocinarlo, sólo para que el comandante malvado se quedara con la mejor pieza y así compartirla con el conductor de la locomotora.

Rouch con su cámara en este punto no es testigo, ya forma parte del ritual, se ha introducido tan profundamente que cuando proyectó por primera ves el filme a la secta éstos entraron en trance de nuevo. Pero ¿qué pasa con nosotros los occidentales?, no logramos entender a estas personas que por momentos se ven tan normales, ¿cómo llegar a esta transición entre lo real y lo mágico?, el ritual y la cotidianidad, lo hacen parecer tan normal que nos dejan con grandes dudas, ¿a dónde fueron nuestros rituales? ,¿Nos hemos olvidado de dónde venimos?.

Rouch nos muestra en una imagen muy simple de la primera carretera pavimentada, en Accra cómo la tierra retoma lo que es suyo, nos muestra una vida que gira en ciclos y nos devuelve a nuestro origen.

JAGUAR (1967)

Qué tan diferentes somos los occidentales de los africanos, la búsqueda de la evolución, Rouch nos presenta a tres jóvenes que salen de su natal Sonhay, en Níger, para buscar, además de una mejor economía y aventuras, la conquista del ser, convertirse en hombres y héroes de su pueblo, dirigiéndose hacia la costa de oro donde poco a poco se irán abriendo caminos y fama.

Lam, Illa y Damouré parten caminando hacia su destino final en Ghana. Paso a paso van conociendo la geografía, las culturas, las políticas y la sociedad del norte de África pero sin dejar atrás al espectador. Rouch nos hace parte del viaje al contarnos la historia a través de dos formas, voz en off e imágenes; ¿la imagen apoya al sonido o viceversa? La forma en que se narra este documental con la voz e off podría parecer un apoyo ante las imágenes, pero las imágenes también hablan por sí solas, Rouch separa del sonido el significado de la imagen, ésta ultima nos hace parte de la conversación en off.

Me siento identificado con el filme de cierto modo porque yo también tuve que emigrar a la ciudad de la provincia, no a tal grado como estos jóvenes pero Rouch le da un toque personal, el mismo lo vivió, lo sabe retratar de manera precisa y nos lo muestra claramente en este filme.

Rouch usa la cámara como una especie de arma para crear las situaciones que se presentan a cada paso del documental, se crean momentos increíbles que nos hacen sentirnos tan igual a otras culturas que no conocemos, también nos mantiene en una línea delgada entre el sentimentalismo y lo misterioso, culturas que se basan en lo mítico y les resulta.

Cuando cada quien tiene que tomar su camino -un momento muy importante en el filme- la unión se quiebra y cada quien va hacia un destino azaroso predicho por uno de los magos más importantes de la zona de Wanserbé llamado Zohantié. Los tres amigos parten hacia ciudades diferentes, así Rouch no sólo nos presenta la vida de los jóvenes viajeros sino una pizca de diferentes culturas, que en su tiempo fueron colonias de Francia e Inglaterra: al final, en África, como se dice en la película, solo estuvieron para robar lo que no era suyo.

Otra cosa que me pareció interesante en la diversidad de culturas que nos muestra Rouch en el documental es el respeto entre ellas, como cuando se encuentran con los Sombas que acostumbran andar desnudos, no existen la pena al cuerpo, no hay tapujos ni prejuicios, sólo comentarios al aire y en off, haciéndonos de nuevo parte del filme, como si nos contaran un secreto al oído.

Rouch nos comparte cómo las culturas africanas en sus rituales incluyen bailes, como se muestra en la imagen donde bailan con un ataúd, no le tienen miedo a la muerte, muy diferente a los occidentales, cuestión que Rouch nos comenta en una entrevista y quiere hacer obvio dentro de sus filmes.

La suerte está de su lado, unos más otros menos pero todos victoriosos, Damouré es el que mejor empleo consigue y, por lo tanto, mayores riquezas, más lo único que presume es el haberse convertido en un “jaguar”, un seductor, un Zazueman, pero sin olvidar jamás a los amigos. Así nos ofrece la imagen en la que se reúnen sus compañeros -ahora agregado Besso-, quienes dirigen una boutique en la que la habilidad para vender de Damouré se hace visible ante los demás. Como se había dicho anteriormente en el filme, se necesita ingenio para seguir adelante.

Rouch una vez más nos encanta con la creación de un documental etnográfico que, si bien en momentos usa como recurso tomas de otros documentales, no pierde el sentido en la imagen al conjugar técnicas que lo hacen grande y a nosotros nos enseñan muchas cosas, no sólo fílmicamente sino culturalmente.

La pyramide humaine. 1961


Al inicio del filme, Jean Rouch nos introduce literalmente a los personajes que formaran parte de un experimento, al mismo tiempo que explica las bases para el desarrollo de éste. La improvisación y libertad fueron parte del rodaje al desarrollarse conflictos que poco a poco nos presentarían una historia de amor, odio y reflexión, incluyendo el racismo dentro del odio.


Rouch nos da una lección de vida en este documental al poner a jóvenes de diferentes razas dentro de este experimento, el desarrollo del film se basa en las interrelaciones que logran formar estos estudiantes de ambas razas; a partir de dos personajes principales, por llamarlas así, Nadine y su contraparte Denise quienes llevarán la rienda de las acciones que obviamente Rouch ha provocado.




Nadine recién llegada a Abidján para pasar el verano con su padre, es la principal causa de los conflictos, ella sin darse cuenta y pensando que sus acciones no tendrán repercusión, se sumerge en una red de flirteo con sus compañeros tanto africanos como europeos, provocando en éstos una serie de peleas, discusiones y en algunos otros sueños e ilusiones. En contraparte, Denise procura llevar la situación madura y tranquila, paso a paso, su interés por el estudio y sus creencias políticas son mayores, por lo tanto su accionar es más maduro ante los conflictos que Nadine, sin darse cuenta, provoca, llevándola a enfrentar a Nadine con una verdad que no veía.

Las reflexiones van evolucionando con el film, la diferencia racial en un principio es obvia, para el final no importa el color ni el lugar de procedencia, todos están en el mismo lugar y en el mismo momento compartiendo experiencias y vivencias que Rouch ha propuesto de manera romántica. Los conflictos no son sólo raciales, el amor también influye entre estudiantes del mismo color, el deseo y la pasión los hace enfrentarse en ciertos puntos a palabras y otros a golpes, sin embargo es la misma razón, el deseo sexual.

Mas allá del color o el amor, las relaciones personales se hacen difíciles por el contexto social, la historia de cada quien le hace reaccionar diferente ante las situaciones que Rouch planteó desde un principio, improvisación, actuación, no importa qué es real y qué es inventado, para los protagonistas y Rouch la experiencia quedó ahí, en filme, en la historia y nosotros fuimos espectadores de un ritual que Rouch supo crear de manera fantástica.


No hay comentarios:

Publicar un comentario