Alain Resnais nos muestra una obra magnífica en este documental, nos muestra una nueva cara de la Segunda Guerra Mundial, contrarrestando la que estaba distorsionada y no muy apegada a la realidad, haciendo que el documental cobre vida propia al ser narrado por un participante de los hechos, desde el interior de los campos de concentración a la pantalla.
Resnais es un maestro por la forma en que nos introduce poco a poco la verdadera trama del documental, juega con el pasado y el presente, usa como recurso tanto el color como el blanco y negro pero no para hacer referencia a un pasado o a un presente, sino separa el lugar de los hechos, pretende hacernos sentir en el lugar, no solo como espectadores sino haciéndonos parte de estos años después de la liberación.
El manejo del tiempo es excepcional, no muestra nada que no quieras ver, al transcurrir el filme vamos conociendo más y más de la vida dentro de un campo de concentración, nos muestra el lugar, los usos, pero ¿qué da más temor? Las imágenes del presente que refieren un pasado de tormento, o las imágenes que muestran la cruda realidad antes no mostrada.
A mi parecer las imágenes del presente dan más terror, el manejo de la imagen hoy en día nos ha hecho de piedra, por lo tanto imágenes de cuerpos, de cabezas forman parte del día a día y no sorprenden tanto como lo hacían antes.
Ahora queda el recuerdo, como en una de las imágenes que más me tocaron: el de las bacinicas, un lugar íntimo supuestamente, inicia con un close up de un hoyo, y va abriéndose hacia un plano abierto donde nos muestra la línea casi interminable de letrinas; Resnais de esta forma nos pone en el lugar y nos hace pensar en la situación que vivieron los prisioneros desprovistos de toda humanidad, nos acerca a ellos, nos duele su sufrimiento, nos arremete con las imágenes crudas de lo que fue el terror del siglo XX en Europa.
Resnais toca fibras que pocos han logrado tocar. Otra imagen que me violenta es la que muestra lo que era una sala de experimentación, un laboratorio humano, la muerte está ahí, no se necesitan pasar cuerpos o cabezas cortadas, simplemente el terror de saber que ahí murieron millones de personas sin culpa alguna. El presente se junta con el pasado en este increíble documental, en el que por primera vez se intercalan imágenes de color con blanco y negro, haciendo a Resnais el pionero en el uso de la técnica.
De forma auténtica, critica y precisa, Resnais logra un documental maravilloso, digno de mantenerse en la historia, una muestra clara y honesta del terror sufrido por millones, contado por pocos.
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